Algunas tradiciones están olvidándose o ya se han olvidado. Una de ellas es San Antón, el 17 de enero, cuando se bendicen los animales y el «marrano Antón» que había sido alimentado cada día en una casa se subastaba y sus beneficios iban a la cofradía del mismo nombre. De igual modo el «Mayo» cuando al amanecer del primer día de mayo los Quintos levantaban en la plaza el tronco de árbol que representaría al mayo y que rememoraba una costumbre ancestral. Citar también la «Ida a Malva», romería que partía de Belver hasta la ermita de la Virgen del Tobar de Malva, para bendecir los panes el lunes antes de la Ascensión. Y por último la Víspera del Corpus Christi, con rondas y enramadas en las ventanas por parte de los mozos a novias y mozas.
Permanecen, aunque decayendo y perdiendo sus esencias, fiestas como la Candelaria, el 2 de febrero o fiesta de Las Candelas, organizada por las mujeres; el Carnaval o la Semana Santa, en la que sobresale el Domingo de Ramos o Domingo Tortillero, en el cual se salía al campo a comer tortillas y celebrar la llegada de la primavera. De gran importancia son las procesiones del Cristo de la Capilla y la Virgen de los Dolores, junto al Día de Tinieblas cuando muere Jesús y el pueblo se reúne en la Iglesia al son de carracas y matracas. La fiesta de la Virgen del Retablo, Patrona de Belver, se celebra el lunes de Pentecostés y el 15 de mayo tiene lugar San Isidro con una tradicional procesión donde se bendicen los campos en dirección a los 4 puntos cardinales y el pueblo la festeja luego invitados por la Hermandad de Labradores. San Roque es el Patrón del pueblo, cuya fiesta es el 16 de agosto, la cual se une a la de la Asunción. En estos días se celebran verbenas y actividades festivas con la típica Hoguera de San Roque, precedido todo por una Semana Cultural protagonizada por la Asociación Cultural Río Sequillo.
La Fiesta de El Cristo, el 14 de septiembre, llega cuando el verano toca a su fin y con él las tareas propias de las cosechas, tras la que aparecerá el otoño con la sementera. El ciclo de la vida vuelve a empezar y continúa su viaje. La fiesta del Cristo en Belver es en realidad la más importante de todas. En la víspera, una hoguera milenaria alumbra la noche. Los niños queman sus puros -ese fruto de las espadañas del río-, dibujando espirales bajo las estrellas en un juego generacional. El Cristo de la Capilla (siglo XIII), una imagen de la Edad Media de un valor artístico-histórico incalculable, es el centro neurálgico de un pueblo que, año tras año, repite estos ritos desde sus orígenes, desde cuando la historia comienza a dejar datos que, a su vez, dan fe de tiempos más antiguos sin memoria escrita.
Antes de la Navidad, el 7 y 8 de diciembre tiene lugar la Fiesta de los Quintos y la Inmaculada, cuando se corren las cintas a caballo. La primera cinta es para la hermana que no tiene que serlo en parentesco, y la segunda para la novia o la hermana en parentesco».