Historia Resumida de Belver de los Montes

Agapito de Cruz Franco

El presente trabajo abarca de forma breve los mil cien años de los que hay datos escritos, además de la Edad Antigua y la Prehistoria. Tantos siglos, es imposible que quepan en su totalidad en estas páginas por lo que, si una vez leídas, deseas profundizar en el tema, te invito a consultar la bibliografía que aparece al final, de la que se ha extraído la mayor parte de la información, y que podrás encontrar en la Biblioteca Municipal “Eusebio Carbajo Rodríguez”.

1.- LA EDAD ANTIGUA

Los  primeros seres humanos llegaron al Valle del Sequillo hace unos 200.000 años, durante el Paleolítico inferior, en el período llamado “Achelense”. De esta época se han encontrado piezas talladas en el Val de San Roque, Val de los Niños, Cruz del Tío Ignacio, Arroyo de las Ánimas o Teso de la Horca. Del Neolítico destaca la sepultura megalítica de “Las Peñicas”. Los siguientes pobladores fueron los “amalobrigenses”, hacia el siglo VI antes de Cristo, una de las tribus celtas de los vaceos, quienes entran en contacto con los romanos en el año 151 (a.n.e.).

La época romana dura más de quinientos años, hasta la crisis del Imperio en el siglo III, siendo abandonadas las villas con la llegada de los visigodos en el siglo V. En época romana las poblaciones se asentaron junto al curso del río Sequillo, en terrenos llanos, existiendo varias villas y calzadas romanas. Sánchez Albornoz sitúa en lo alto del teso un “castella” romano de defensa durante las  guerras de Roma contra celtas y celtíberos, seguramente asentado sobre un primitivo castro celta. Este castillo militar romano era la quinta mansión del camino de Astorga a Zaragoza y la duodécima de Mérida a Zaragoza, según Cean Bermúdez.

En esta área el profesor Virgilio Sevillano Carvajal halló un ladrillo de dimensiones romanas (0,29x019x0,035). Los principales restos arqueológicos romanos han sido sepulturas de lajas con algún ajuar funerario halladas en los años 1970/1980 y sobre todo el yacimiento de El Ataúd, a kilómetro  y medio del pueblo por la carretera a Castronuevo, donde se encontraron restos de cerámica y una cabeza femenina de mármol del siglo II que data de la época de los emperadores  Marco Aurelio y Cómodo. Del siglo V al VII los visigodos transitaron estas rutas. Se establecieron en estos “Campi  Gothorum” o Campos Góticos, de cuyo nombre procede Tierra de Campos. Tras ellos acceden al Valle los árabes en el siglo VIII, permaneciendo estos unos treinta años.

2.- LA EDAD MEDIA

En el siglo VIII (año 711) llegaron al Duero los árabes. Regresaron hacia el Sur en 740, ocupando el espacio del Valle del Sequillo de nuevo los que en épocas anteriores se habían refugiado en castros o que nunca llegaron a irse.

A) La Villa de Zaide

Del VIII al X, Belver es una “tierra de nadie”, estableciéndose campesinos y pequeños monasterios hacia el final del siglo X, potenciados por el Reino Astur-leonés y surgiendo élites en el poder local. Siguiendo al especialista en el tema, Charles Mariano García Bermejo, el sistema de ocupación fue de “presura”, con aldeas en torno a algún jefe, o eclesiásticos foráneos que establecían pequeños monasterios. La primitiva aldea de Villa de Zaide surgió en lo que hoy es la Iglesia de Sta María, a la que accedían por el vado de su costanilla en el siglo X.

La procedencia del topónimo Zaide con que se nombra a la Villa es un misterio: Pudiera devenir de algún jefe mozárabe o árabe, pero también una manera de llamar al lugar en lengua árabe, ya que Zaide significa crecer y por tanto lugar alto y bello desde el que todo se ve. Hay que entender que lo mismo pasa cuando trescientos años más tarde cambia su nombre a Belver. Puede ser que el cambio tuviera que ver con los tiempos que corrían, pero también con una traducción del árabe a la lengua imperante de Cluny, el francés, tras corromperse lingüísticamente Zaide e irse transformando en Villa de Zait, Villa de Zahid, Villa Ceidi, Villacet, etc. Hay documentos entre los topónimos de Zaide y Belver en los que aparece Belví(s) (que es el sonido francés de bellevue, bella vista).

De los siglos IX al X (866/911), Alfonso III rey de Oviedo consolida la línea del río Duero con fortificaciones en Simancas, Toro y Zamora, lo que hizo que florecieran poblaciones a sus espaldas, entre ellas Villa de Zaide en el año 930. La primera referencia al Valle del Zaidí como tal es de 1040, a propósito de la fundación del monasterio de San Salvador de Villacet antes de 1020. Aparte de los poblados eclesiásticos del Valle, villas no eclesiásticas como Coria, Quintanilla, Matilla de Pasazones, Matilla de Romano Ibáñez, Casasola, Feres y Alafes, eran aldeas que del XI al XIII dependerían de una organización supralocal con sede en Villa de Zaide.

La historia de Villa de Zaide –seguimos leyendo a Charles García-, arranca pues del siglo IX o más atrás aún, cuando variados grupos humanos comienzan a concentrarse frente al vado del río que se encontraba al pie de la costanilla de Sta. María. En la parte alta de esta cuesta edificaron la iglesia y fortificaron la pequeña puebla situada a su alrededor. La traza de este primer poblado se corresponde con algunos tramos de las actuales calles de Belver: Santa María, El Humilladero, El Corro, El Castillo y Trascastillo, estando la puerta de acceso principal al pie de la Costanilla, frente al vado, donde hoy se ubica el Parque Municipal “Isidro Fernández”. Fundada pues con anterioridad a 930, y muy anterior al monasterio de San Salvador, los primeros documentos escritos  proceden del año 940 (siglo X) cuando comienza a citársela con el nombre de Villa de Zaide o de Zait en el privilegio del Monasterio de San Martín de Castañeda otorgado por el rey Ramiro II y refiriéndose a unas “vineas et senara” que allí poseía dicho monasterio.

B) El Monasterio de San Salvador

En el siglo XI, tras más de cien años de vida comunitaria y su Concejo en Villa de Zaide, lo que se levanta en el lado oriental y al abrigo de Monte Tarsa, es el Monasterio de San Salvador de Villacete. Aparece con anterioridad a 1020, al final ya del Califato de Córdoba. Fue fundado por los nobles  Oveco Muñoz y Marina Vimáraz, para administrar los bienes que esta familia tenía en el entorno y a raíz de la expansión hacia el sur del Reino Astur-leonés, a cuya familia el rey Vermudo había dotado de heredades y control jurídico. Era propiedad suya y de hecho funcionaba como una empresa. Se regía por la regla de San Benito de la Orden Benedictina. Fue clave en la reorganización social, económica y política del  Valle a partir de su aparición y cambiará la vida local para convertirla en vasallaje feudal haciéndola entrar en la Edad Media.

San Salvador de Villacet no fue un monasterio “dúplice” (monjes y monjas) –aunque también había mujeres-, sino únicamente masculino. Sus miembros tomaban las decisiones en común. Estaba formado por una comunidad entre cuatro y nueve personas y gobernado por abades ayudados por legos y canónigos. Estos, hombres y mujeres formaban el resto de la familia de San Salvador junto con los monjes. Vivían allí al estilo de lo que hoy es una residencia de ancianos, pagando por ser atendidos, aunque conservando sus bienes patrimoniales. A partir de  1122 deja de haber abades y sus posesiones van ir pasando al Monasterio de Sahagún, hasta depender de éste en 1130 y perder su independencia, siendo gobernado entonces por priores y con el Priorato, como centro de recogida de impuestos. Hasta el siglo XV, de San Salvador de Villacet dependían sus 28 iglesias mas: Villárdiga, Coria, Quintanila y Cañizo.

A partir del siglo XVI y hasta la época moderna, todo el patrimonio del Valle del Sequillo. Tras más de 100 años como abadía, pasó a depender los dos siglos siguientes del monasterio de Sahagún. En mayo de 1496, quedó adscrito a la Congregación reformada de San Benito de Valladolid y en 1503 retornó de nuevo a Sahagún hasta el siglo XIX que es desamortizado.

De la primitiva planta de comienzos del XI –sigue diciendo Charles Mariano García- quedan los cimientos, que pueden verse bajo un cristal, en el suelo del actual salón de usos múltiples municipal. La planta del monasterio que observamos en pleno siglo XXI es de finales del siglo XII, cuando modifican la primitiva iglesia. Fue construida por albañiles musulmanes dirigidos por Tomás, maestre de obra. Es de estilo románico mudéjar. La cabecera poligonal es del siglo XVI, tras eliminar la mudéjar del siglo XII. Igualmente mudéjar de este siglo XII es la base de la espadaña y su escalera de caracol.

Del siglo XII quedan pues los muros norte y oeste. El pórtico y su actual portada son del siglo XVIII. Edificado pues el templo entre los siglos X y XI fue modificado en el XII y objeto de reformas en los siglos XVI y XVIII. Formaba parte del Monasterio de San Salvador de Villacet, el cual estaba cercado por un muro que seguía las actuales calles de La Fuente, su costanilla y la carretera, bajando luego por la del Castillo hasta alcanzar el río. La entrada era por el antiguo vado al final de la calle  El Río.

En el pasado, Romualdo Escalona, que se basa en escritos dejados por el P. José Pérez de Rozas es quien principalmente estudió la historia del monasterio. En el caso de su iglesia ha sido Manuel Gómez Moreno quien más la ha analizado hasta el momento de las excavaciones arqueológicas. En estas, hechas por Ana I. Viñé Escartín y su equipo en los años 1991 y 19992 se encontraron  monedas, elementos religiosos y de uso personal. Se descubrió también, aparte de las tres naves, una puerta ciega que daba hacia el norte y un lagar tras ella.

También los cimientos de la primera construcción de finales del X y comienzos del XI junto con una parte del muro de la primera cabecera y toda una necrópolis dentro y fuera del recinto. Las tumbas halladas abarcan desde el siglo XIII. En los últimos años, Charles Mariano García Bermejo, del que se toman estos datos, es el medievalista que, como científico de la historia, con más rigor se ha introducido en los territorios inexplorados de los antepasados de Belver. Fue declarada monumento nacional en 1978 y tras su restauración fue inaugurada en 2009, siendo destinada a Ayuntamiento, Centro Médico y Salón de Usos múltiples.

C) La Puebla Real de Belver

Mientras el monasterio de San Salvador cumplía su función feudal, la Villa de Zaide continuaba su curso de forma paralela, hasta convertirse en Villa Real y cambiar el nombre a Belver a comienzos del siglo XIII. En ella convivían cristianos, judíos y moros, legislándose que los conflictos suscitados entre ellos quedaran al juicio de los cristianos. A estas dos minorías étnicas se añadían los esclavos musulmanes, según sigue informando Charles García. La comunidad judía con su aljama y su barrio en lo que hoy son Las Vistillas, tuvo que ser muy importante, pues el pago a la Corona del “servicio” y “medio servicio” era, por ejemplo, a mitad del siglo XV, de 1.120 maravedíes, cuando la de Toro, una de las más importantes del Reino, pagaba 2.000. En el año 1.140, el rey Alfonso VII decretó que el mercado que hasta entonces se celebraba en Bustillo de Flavio (del Oro) pasase a celebrarse en Belver, siendo el monasterio de San Salvador el beneficiario del portazgo, las multas y todos los derechos.

Tenía lugar a ambos lados del inicio de la costanilla de la Iglesia de Sta. María. La Villa de Zaide, con su concilio o concejo en el pórtico de Sta. María, estuvo apoyada  por Ramiro II y Ordoño III de 931 a 956, apoyo frenado por las aceifas musulmanas de la segunda mitad del siglo X, así como a causa de los desórdenes del propio reino. Sobre todo a partir de 977 con Almanzor, que destruyó Simancas y conquistó Toro y Zamora, donde puso de gobernador en 999 a Abu-al-Ahwas Man abd-al-Aziz al Tubyibi. Almanzor. La vida local se detuvo hasta 1013 que resurge de nuevo.

En este siglo XI, los barrios o aldeas se ponían un nombre propio, para luego ser identificados cara al pago de los diezmos. Tenemos el ejemplo de “Gallegos”, habitado por gallegos llegados de Galicia para suplantar a los mozárabes y que eran dos aldeas, la de Alafes y la del Pago de la Halconera. Además, en este siglo XI había en Belver cinco barrios: Sta. María, San Salvador, Ventosilla, Salamillas y el de Vermudo Eriz. Sucedía que los barrios o aldeas erigían una iglesia cuando llegaban a cincuenta vecinos o “fuegos”. Así estaban: Santa María, la actual (siglo X), San Martin, en la subida a Bustillo y desaparecida (siglo X), San Salvador, actual Ayuntamiento (siglo XI), mas todas las surgidas en el siglo XII y desaparecidas: Coria, Quintanilla, Boca Monte, San Babilés y  San Miguel de Alafes (donde se ubica actualmente la Casa Rural  “El Mayoral”).

El 12 de octubre de 1208, Alfonso IX concede a Villa de Zaide su Fuero y nace Belver como Villa Real y con dominio de realengo. Es la Puebla Real de Belver y su Alfoz, dejando de depender del de Toro. Se construye también en estos comienzos de siglo XIII el castillo sobre una construcción anterior, la cerca amurallada y el primer puente que se conoce en Belver y que estuvo ubicado en el vado del río de la costanilla de Sta. María. Los concejos o “concilium”, como Casa del Común o Casa del Pueblo, se realizaban en el pórtico de esta Iglesia de Sta. María, por eso se llama la calle que pasa por debajo calle del Concejo. Lo hacían los domingos tras la Misa y se elegía alcalde por Navidad para todo el año. El apogeo del Concejo de la Puebla que tenía representación en Cortes, tuvo lugar con las Hermandades, que nacieron para defender sus derechos y luego los de la Reina María de Molina, Señora de Belver en la larga guerra civil de 1295.

A caballo de los siglos XIII y XIV Belver pasó a pertenecer a los Infantes Juan El Tuerto del linaje de Haro y Álvar Nuñez de Osorio, así como a órdenes templarias. En 1371 fue entregado a Pero Yánez de Campo. Dos años más tarde es reclamado a Enrique II por la Condesa de Alanzón y en 1382, Juan I da Belver a los Almirantes de Castilla. En el siglo XIV vivió conflictos variados que tuvieron como protagonistas a: Juan el Tuerto, Fernando IV, María de Molina, Álvar Núñez de Osorio y Alfonso  XI. En el siglo XV perteneció a los Condes de Alba y Aliste y, del XVI  al XIX, del Marqués de Alcañices.

D) La Iglesia de Santa María

En este siglo XIII se edifica la actual Iglesia de Santa María, sobre la anterior del siglo X. En ella tendría lugar el hallazgo de la momia de Pedro Cumplido, fallecido en 1492 y encontrada el 20 de julio de 1995 en su pared sur con diferentes bulas y pergaminos. En la actualidad, aquí nos encontramos tallas y retablos procedentes de otras iglesias medievales, como el Cristo de Alafes, gótico, del siglo XV, traído de San Miguel de Alafes en el siglo XVII junto al cuadro del milagro del caballo. De igual modo y como escribe el especialista y licenciado en Historia del Arte, Juan Carlos Pascual de Cruz, el retablo de la Magdalena, documentado en 1736 y ahora situado en el ábside lateral izquierdo.

La imagen de la Magdalena que ocupaba su parte central y que se halla retirada del culto y deteriorada, es de increíble valor. Estaríamos ante una obra vallisoletana realizada por un seguidor de Gregorio Fernández y copiando el modelo de Pedro de Mena de Madrid, termina diciendo el historiador. Nuestra Señora del Retablo es de comienzos del siglo XVI. La talla recuerda el tipo de Virgen Blanca propio del gótico y se atribuye a Jaques Bernal, oriundo de Francia. El Cristo de la Capilla es del siglo XIII, de un autor anónimo. En parte es románico, por la excesiva simetría o la rigidez, pero también aparecen aspectos del gótico entrante. El retablo es de comienzos del siglo XVI. Su autor es Lorenzo de Ávila, según desarrolla en su tesis el ya nombrado profesor en Historia del Arte, Juan Carlos Pascual de Cruz.

Algunos autores habían hablado también de Juan de Borgoña el Joven  y Martín Carvajal, de la supuesta Escuela de Toro. Sufre, en 1764, una reforma barroca tapándose los cuadros con lienzos . Descubiertos los originales en 1965, son restaurados en 1967 en el Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte en Madrid.

E) El castillo y la cerca

En los años de su Fuero, Alfonso IX, como se dijo anteriormente, construyó el castillo de Belver  y la cerca o muralla cuyos restos aún pueden verse. El castillo, se cita ya en un documento en 1194 y se menciona a Belver con el nombre de “Belvis”. Se terminó en 1209 y se empezó entonces la cerca que estaba construyéndose en 1214, cuando el rey acordó con el monasterio de Sahagún la redención del tercio de los diezmos con el fin de construir dicha cerca y que sería el origen de enfrentamientos posteriores del Concejo con el Monasterio de San Salvador. En 1211 el rey hizo entrega del “Castello de Belveer” al Obispado de Zamora, cambiándoselo dos años después por Villalcampo. El castillo y la cerca dejaron pronto  de tener su función de defensa  ante Castilla, cuando años después, Fernando III el Santo, que había sido elegido rey de Castilla en 1217, unifica los dos reinos.

El medievalista Charles García tiene documentadas visitas al castillo de personajes como: Fernando IV en 1307, que se entrevistó con su tío, el infante don Juan, el de “Tarifa” y en 1311 estuvo en él con su madre la reina María de Molina; en 1326, don Juan el Tuerto salió de este castillo con 500 jinetes hacia Toro donde fue asesinado por Alfonso XI; en 1328, el alcalde del castillo Ramiro Flores mató al Señor del Castillo don Álvar Núñez de Osorio en el propio castillo por orden de Alfonso XI; a comienzos del siglo XIV el Infante don Juan Manuel dejó constancia de su paso por él, camino de su castillo de Peñafiel; el 25 de febrero de de 1442, Juan II y su séquito pasaron la noche en el pueblo y en 1515, Hernando Colón, hijo del descubridor de América, pasó por El Raso y es de suponer que conociera el castillo.

En la parte alta del cerro conocido como Monte Tarsa o El Bosque, se mantienen aún hoy las ruinas de la cerca y restos del castillo. El castillo y la cerca o muralla, son dos elementos diferentes y complementarios. El castillo ha desaparecido, aunque se aprecia aún parte del foso. Medía 40 x 60 m. Tenía una anchura aproximada de 50 m. y 7.500 m2 de superficie. Se ubicaba en lo que se conoce como plaza del Moro Almanzor, una excavación arqueológica en forma de embudo realizada en 1920 por Gómez Moreno. Le circundaba una muralla que conectaba con la cerca. De esta cerca, en forma ovalada y que se unía al castillo por su lado sur, quedan enormes paredones de cal y canto y unos restos de una torre fortificada conocida como «Casa de la Reina» de 7 x 6.3 metros. Se conservan los restos de su puerta Sur y de su puerta Oeste.

D) El Belver rebelde

Fronilde Ovéquiz, la hija más pequeña de los fundadores del Monasterio de San Salvador en los inicios del primer milenio de nuestra era, Oveco Muñoz y Marina Vimáraz, es quien inaugura esta saga antiautoritaria ya en el siglo XI. Apodada “Aurovellito” por ser rubia y adelantándose 1000 años al movimiento feminista, dejó clara su condición de mujer libre. Comenzó sus protestas oponiéndose a las decisiones testamentarias de su padre en beneficio único de su esposa, así como protestando porque dejaran su parte de herencia al monasterio de San Salvador. Se casó dos veces y tuvo tres hijos.

En 1103, al final de su vida, Ordoño Sarracinez, su segundo esposo, decidió meterse a monje y en el acuerdo con la monasterio benedictino de Sahagún, se especificaba que entre otras cuestiones económicas y patrimoniales,  Aurovellito, su esposa, debía también ingresar de monja en  San Pedro de las Dueñas, la filial femenina. A la belverisca Fronilde Ovéquiz no le gustaba ser monja y aunque en principio aceptó, terminó por rebelarse. Vendió a  Tello Téllez sus propiedades y las de su marido, las cuales había donado anteriormente a la Abadía (Estamos hablando de que la Iglesia perdía con ello, entre otros bienes patrimoniales, gran parte de San Salvador de Villacet). Aurovellito rompió los votos, apostó por colgar los hábitos y se rebeló contra la mentalidad de la época.

El castigo fue la excomunión por parte de los Sínodos de Palencia y León. El pueblo le hizo el vacío, la gente dejó de hablarle y, abandonada,  terminó pidiendo perdón públicamente, diciendo que todo había ocurrido por inspiración del Diablo y por dejarse seducir por los honores mundanos. Reintegradas de nuevo a la Abadía las propiedades fue definitivamente recluida y olvidada.

Casi cien años después, el ADN rebelde de la hija de los fundadores del monasterio de San Salvador, brotó de nuevo en Belver tras el Fuero otorgado por Alfonso IX. El pago de la cerca había durado diecisiete años y recayó sobre el Concejo. A raíz del Fuero y de estos gastos e impuestos, Rey, Concejo de Belver y Monasterio de San Salvador de Villacet y por tanto Sahagún, entraron en conflicto. Y posteriormente también el Obispado.

La primera rebelión tiene lugar por parte del Concejo de Belver contra Sahagún en 1208 y luego otra en 1214, poniendo orden el rey Alfonso IX en ambas y obligando  al pueblo a pedir perdón al Abad y restaurar lo destrozado. Es a causa de esto cuando la Iglesia de Sta. María pasa a Sahagún por orden real. La segunda es en 1216 por parte del Obispado y el Cabildo de Zamora que arrasan las dos iglesias y el monasterio, terminando el conflicto por concordia en 1229. La tercera es en 1231 a causa de los diezmos, esta vez por parte del Concejo de la Villa Real de Belver, que asalta el monasterio, tala sus campos y destroza sus propiedades. Acaba con la intervención del rey Fernando III El Santo, que exige restituirlo todo.

Por último en 1279 el Obispado de Zamora es el protagonista del ultraje a los monjes, recurriendo el Abad al Papa Nicolás III, que delega la solución en el Abad de San Isidoro de León. Concluida la Edad Media, Belver recupera en el Renacimiento y la Edad Moderna su antigua rebeldía. Cuando el advenimiento de Carlos V, se sitúa al lado de los Comuneros en la Guerra de las Comunidades, rebelándose contra su Señora, Isabel de Ulloa, y derivando tras la victoria de Carlos V en destierros, confiscación de bienes y penas de muerte indultadas luego.

E) Papas, Reyes y órdenes religiosas en Belver

Han sido 8 los papas que de una u otra forma tuvieron relación con Belver. Aparte de los dos que intervinieron directamente en los conflictos entre el Concejo de Belver, el Obispado de Zamora y el Monasterio de San Salvador en el siglo XIII, Inocencio III y Nicolás III, hay otros cuatro más que lo hacen dentro de las referencias al Monasterio de Sahagún con el monasterio de Belver por medio, como son: Eugenio III, Alejandro III, Celestino III y Urbano IV y ya en el Renacimiento, entre los siglos XV y XVI: Alejandro VI -el Papa Borgia- y Julio II a propósito del paso del monasterio de Belver, de Sahagún a Valladolid y de nuevo a Sahagún.

Por su parte, 24 reyes a lo largo de la historia han intervenido en Belver:  Alfonso III de Oviedo, Ramiro II de León, Ordoño III y Vermudo III de León, Urraca de Zamora, Elvira de Toro, Alfonso VI -el Emperador de las tres religiones-, Reina Urraca de León, Alfonso VII, Rei Afonso Henriques -el zamorano fundador de Portugal-, Fernando II, Sancho I de Portugal, Alfonso IX, Fernando III El Santo, Alfonso X el Sabio, la Reina María de Molina, Fernando IV, Alfonso XI, Enrique II, Juan II, los Reyes Católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, Carlos V y Felipe II. En cuanto a órdenes religiosas, han sido tres las que han tenido monasterios o iglesias: Benedictinos (San Salvador), Jesuitas (La Magdalena) y Agustinos (San Babilés).

3.- La Edad Moderna

En los siglos XVII, XVIII y XIX, Belver continúa su camino conservando sus costumbres medievales, dependiente del Marqués de Alcañices y el monasterio, de Sahagún. Aparecen los Jesuitas en la segunda década del siglo XVII con la capilla de la Magdalena, su casona y sus huertas, en el espacio que existe hoy día entre las calles La Magdalena, El Corro y la Plaza o, los Agustinos, regentando San Babilés, así como tres ermitas , la del Humilladero en la salida al camino Cañizo,  la de Sta. Elena junto al actual cementerio y la ya existente de Alafes.

A mediados del siglo XVIII, concretamente en 1751, el Marqués de la Ensenada escribe que las cargas que existían sobre la tierra en Belver eran: diezmos, primicias y el voto de Santiago, repartiéndose las ganancias el monasterio de Sahagún –separándose una parte para la Iglesia de Sta. María y otra para la de San Salvador- y la Iglesia de Zamora. El Concejo percibía anualmente trece mil doscientos reales por el arrendamiento de los pastos de la Dehesa, aparte de las ganancias por taberna, albacería, cinco panaderías etc.

De sus fondos pagaba al Sacristán que a la vez era maestro de niños, al Secretario, al Procurador, a las Arcas Reales de Toro, al Juez y Contadores de Cuentas de la Villa, al Alcalde Mayor, al Predicador de Semana Santa, al Párroco por los funerales u oficios de voto concejo, o lo destinaba a limosnas, a licencias en días festivos, al colector de bulas o a limosnas para los “cristianos nuevos”. Pagaba también al conductor de las contribuciones, la alcabala y martiniega al Señor de la Villa, al conductor de papel sellado y al que llevaba su importe a Palencia, a la Casa de los Inocentes de Valladolid y a los encargados de la limpieza de fuentes y caminos.

En estos siglos Belver disponía de un hospital para enfermos que se sostenía mediante la renta de una heredad y la aportación de la Cofradía de los Doce. Otras cofradías eran: La del Santísimo Sacramento, la de San Antonio de Padua, la de Santa Gertrudis y la de las Ánimas. Los datos de población relativos a esta fecha de 1751 eran de 144 vecinos y 106 casas habitadas, a las que había que añadir: dieciséis paneras, seis pajares, un tejar, el susodicho hospital, una Casa Concejo, una cárcel, una fuente de buen agua y una carnicería. El correo se recibía desde Villalpando por valijero los martes y los sábados y salía los lunes y los viernes.

En 1846 (siglo XIX) es don Pascual Madoz quien detalla que Belver tiene: 233 casas, 225 vecinos, 740 almas, 113 alumnos en una escuela a cargo de un maestro dotado con 50 fanegas de trigo, tres molinos harineros y uno de viento, fábrica de carbón, producción agrícola y ganadera, así como caza de perdices, pesca de anguilas y barbos, etc. En los aspectos económico-administrativos destaca una producción de 1.781.785 reales, impuestos por valor de 134.756 reales o un presupuesto municipal de 4.000 reales. A finales de siglo, sobre 1884, detalla que la parroquia de San Salvador tenía 154 vecinos y 554 almas y la de Sta. María 124 vecinos y 495 almas. El siglo XX arranca, según datos del INE, con un censo de 1.339 personas. A mitad de siglo en 1950 los censados eran 1.409 que es el máximo alcanzado. Comienza el descenso de población y en 1970 hay un censo de 891, para pasar en 1999 a 501 habitantes. 

En este siglo XX, tiene lugar la erección en 1925, durante la dictadura de Primo de Rivera, de las escuelas de ladrillo en el barrio de San Salvador que aún se mantienen intactas, y en la II República, las de adobe del barrio de Sta. María ya desaparecidas. Desde 1920 hasta la Guerra Civil de 1936 y pasando por la II República de 1931, existieron en Belver las siguientes organizaciones sociales y políticas: la “Sociedad de Profesiones y Oficios Varios”, que contaba en 1932 con 68 socios; el “Gremio de Labradores de San Isidro”; la “Sociedad de Socorros Mutuos La Caridad”; la “Agrupación del Partido Republicano Radical Socialista”; la “Sociedad de Trabajadores de la Tierra” e “Izquierda Republicana”, según escribió Eusebio Carbajo. Belver sufrió los estragos de la guerra civil en carne propia, así como la dura posguerra, a la que sucedieron unas décadas en las que la emigración hacia lugares como Vitoria, Bilbao, Asturias, Barcelona, Suiza, Francia o Alemania principalmente, dejó reducida de forma alarmante la población, con 291 personas censadas en 2018.

FUENTES CONSULTADAS

GARCÍA BERMEJO, Charles Mariano, “Belver en la Edad Media”. Edición AC Sequillo y Ayuntamiento de Belver de los Montes, Francia, 2016.

GARCÍA BERMEJO, Charles Mariano, “La Muralla del cerco de Zamora: la construcción material y su representación”. Artículo de la revista “Studia Zamorensia”, Segunda Etapa, Volumen XV. Edición Centro Asociado de la UNED de Zamora, 2016.

PASCUAL DE CRUZ, Juan Carlos, “La Capilla Jesuítica de María Magdalena en Belver de los Montes”.

PASCUAL DE CRUZ, Juan Carlos, “Lorenzo de Ávila ” Ed. Florián de Campo, Salamanca, 2014

CARBAJO RODRÍGUEZ, Eusebio, “Belver de los Montes”. Autoedición, Belver, 2006.

DE CRUZ BRATOS, P. Gerardo, “Textos varios referentes a Belver de los Montes”, Tenerife, 2015.

VIÑÉ ESCARTÍN, Ana I. y varios autores, “Intervención Arqueológica en la Iglesia de San Salvador. Belver de los Montes”, Zamora, 1992.

BENITO DEL REY, LUIS y BENITO ÁLVAREZ, José Manuel, “La Cruz del Tío Ignacio. Yacimiento achelense en Belver de los Montes, Zamora. Universidad de Salamanca.